Black Jacket no es solo otro deckbuilder. Es una apuesta con el mismísimo destino como crupier. En este roguelike con alma de casino, cada carta que lanzas acerca tu alma a la salvación… o la hunde un poco más en el abismo.
Un infierno de apuestas
El planteamiento es tan simple como brillante: una reinvención oscura del Blackjack donde no juegas por dinero, sino por tu libertad en el más allá. Desarrollado por Mi’pu’mi Games y editado por Skystone Games, el título mezcla el ritmo del azar con la estrategia del control, y el resultado es una experiencia que late entre el cálculo frío y el vértigo de la suerte.

Mecánica de azar… con alma de estrategia
La base es conocida: alcanzar 21 sin pasarte. Pero Black Jacket pervierte esa fórmula clásica al introducir cartas especiales con efectos que rompen las reglas. Alteras valores, manipulas mazos, engañas al rival o fuerzas al destino a reescribirse.
Cada enfrentamiento es una partida mental contra otra alma perdida del inframundo. Ninguno muestra su rostro, solo su sombra y sus movimientos. Aprender sus patrones es clave: saber cuándo arriesgar, cuándo plantarte, cuándo quemar un as bajo la manga.
Y en medio de esa tensión, el juego te susurra algo que resuena más allá de la pantalla: “Apuesta tu alma.” Porque aquí no se trata de ganar o perder fichas, sino de poner en riesgo lo poco que te queda de ti mismo. El resultado es un sistema profundo, tenso y altamente rejugable, donde el azar nunca está solo: se mezcla con decisiones que realmente importan. Cada turno es una negociación con el caos.

Riesgo y recompensa
Como todo buen roguelike, Black Jacket vive del riesgo. Cada partida ofrece nuevas combinaciones de cartas, artefactos y maldiciones. Puedes construir mazos que manipulen el azar o confiar en la suerte bruta. Pero el juego te empuja siempre al límite: cuanto más te acercas a la victoria, más tentaciones aparecen.
El equilibrio entre azar y habilidad será decisivo. Si Mi’pu’mi consigue que las cartas especiales mantengan coherencia y no se sienta puramente aleatorio, Black Jacket podría convertirse en uno de los deckbuilders más adictivos del próximo año.

Estética y atmósfera: el casino del más allá
El estilo visual es uno de los pilares del juego. Oscuro, elegante, y con una dirección artística que mezcla el expresionismo de los años 30 con el glamour corrupto de los casinos infernales. La música acompaña con acordes de jazz retorcido, notas que suenan como monedas cayendo en el vacío.
El tono narrativo recuerda a una fábula maldita: todos los jugadores son pecadores, y las partidas son juicios disfrazados de juego. Hay ecos de Hades en su reinterpretación del inframundo, pero aquí no hay héroes, solo almas apostando por una última oportunidad.

Conclusión
Black Jacket promete ser un duelo entre la estrategia y el destino, un descenso a un infierno de cartas donde cada jugada tiene peso moral. Su propuesta es fresca, arriesgada y llena de personalidad. Si cumple lo que promete, podría ser el próximo nombre grande dentro del género roguelike de cartas.
Por ahora, el juego sigue en desarrollo, y todo apunta a que su apuesta más fuerte aún está por revelarse. Pero si mantiene esta mezcla de tensión, estilo y alma, Black Jacket tiene todas las cartas para ganarse un lugar entre los grandes. En el casino del más allá, solo hay una regla: apuesta tu alma.
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